El origen de las razas
- Silvia Bedmar
- 2 sept 2021
- 2 Min. de lectura
Al principio de los tiempos, hace muchas lunas, el Inka vivía completamente sólo. Hasta que un día pensó que estar acompañado era mucho mejor.
El inca agarró barro arcilloso y con calma, pues no tenía prisa alguna, modelo una figura de hombre. Luego la introdujo en el horno para que se endureciese. Al poco rato sacó al hombre y el Inca comprobó apenado que había salido medio crudo. Como era el primer hombre que fabricaba tenían aún poca experiencia De este hombre medio crudo descienden los blancos, los rostros pálidos, todos aquellos que en la selva llaman “gringos”. Tienen los ojos claros, el pelo rubio, la piel blanca como el cogollo de una palmera y son frios por naturaleza .
De inmediato, el inca con renovada ilusión, modelo otro hombre con el lodo extraído de la orilla del río mar, el amazonas. Lo metio al horno para conseguir temple y vigor. Esta vez, lo dejo dentro un buen rato. Cuando finalmente la sacó del horno, el inca observo sorprendido que este segundo hombre Así comenzaron a existir los negros, los de rostro moreno, los mulatos y, en fin, todos aquellos que la selva llamamos, con el Cariñoso nombre de zambos. Tienen los ojos de color azabache La piel oscura el pelo como el ébano y son ardientes por naturaleza .
El inca no estaba del todo satisfecho Con su trabajo, pues uno le había salido medio crudo y el otro se le quemó. Decidió esmerarse. Con gran cuidado selecciono la mejor arcilla y modelo al tercer hombre. Lo introdujo en en el horno y lo dejo dentro un tiempo prudencial, pues ahora, ya tenía gran experiencia. Cuando lo sacó del horno comprobado entusiasmado que había quedado medio hamed inyectó en su justo punto. De este hombre de quien bien todos los nativos de la selva amazónica Y muy posiblemente todos aquellos que en América conocemos por el hombre de mestizos. Tienen los ojos pardos la piel trigueña el pelo castaño y son cordiales y afectuosos por naturaleza. Y el inca vivió complacido que era bueno lo que había inventado. Y descanso satisfecho en compañía de los hombres.
Al principio de los tiempos (Relatos amazónicos) José Luis jordana. Editorial Gondomar.
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