De cómo nacieron las estrellas.
- Historias anónimas, África.
- 18 may 2018
- 2 Min. de lectura
Hace muchos siglos y milenios, cuando el mundo se estaba construyendo y nada era lo que parecía y ninguna cosa era como hoy la conocemos sucedió una cosa en África.
Cuentan que las tierras africanas eran bien diferentes a las de los otros continentes, la tierra y el cielo estaban completamente pegados. Así, aquella gran capa que era el cielo, protegía a la tierra de las inclemencias de la naturaleza. Todo era agradable y tierno en aquellos tiempos en los que el tiempo no estaba inventado. Nadie sabía cómo eran los minutos, ni las horas, ni los días, ni las semanas….
Si llovía mucho, los tiernos algodones de las nubes absorbían el agua que les sobraba. Si el sol calentaba demasiado la tierra, la capa azul sudaba y cubría todo de una neblina agradable que hacia bajara la temperatura. Todo era perfecto, no había grandes calores ni excesivos frió, la naturaleza se protegía así misma.
Las gentes, felices y sencillas cantaban mientras paseaban o cuando trabajaban en sus quehaceres domésticos.
Sucedía que en las mañanas, las mujeres en plena selva preparaban la comida y son sus grandes morteros molían las semillas y hablaban sin cesar, y cada vez que golpeaban sus morteros alguna de esas semillas saltaba e iba a parar en el manto azul donde quedaba bien pegadita y justo, en ese momento, comenzaba a brillar.
Al principio, eran pocas las semillas que pegaditas al manto celeste brillaban, estas fueron las primeras estrellas.
Pero pronto, muy pronto, fueron tantas que la madre tierra ya no podía dormir ni descansar y, poco a poco se fue separando del manto celeste…. Tardó 40 días en encontrar su nuevo lugar, donde ahora está.
Pero aun en la distancia a veces, alguna semilla nueva llega el cielo y comienza a brillar y otras, las más antiguas se despegan y caen dejando detrás de sí un brillo fugaz.
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